
Llegaba a casa y veía las imágenes en televisión. Aún no sabíamos que había ocurrido. Parecía ser un accidente aéreo.
Gente corriendo, humo y más humo, polvo, desconcierto...Te quedabas absorto viendo las imagenes, y el tiempo transcurria sin darte cuenta. No es que estuvieses disfrutando, no. Es como tienes un accidente de tráfico, y después de todo miras el reloj, y pueden haber pasado 6 horas.
Se hundió la primera torre. Los servicios de emergencia del país que entonces era el más potente del mundo, no podían hacerse con el control de la situación. ¿Y quién podría?.
Y como al toro malherido cuándo se intenta levantar le dan el descabello, otro avión impacta sobre la segunda torre. Ya estaba claro que era un atentado.
Una muestra de lo que las cabezas más corrompidas pueden hacer. La mente humana es capaz de lo mejor y de lo peor.

Miles de muertes, y con cada muerte miles de historias, de familias destrozadas. Cada una de esas vidas tenía, como tenemos todos, familia, amigos, enemigos, rutinas, sueños, esperanzas...Cada una de las víctimas era una gran torre, que ahora se hacía añicos sin saber por qué.
Vi una película, no recuerdo el título, que iba de un padre, un gran magnate de las finanzas, y de su distancia con sus hijos y familia, debido a su trabajo. Toda la película trata de como poco a poco, sus hijos se van acercando a él, y su esposa, y de como al final se da cuenta de que el dinero no lo es todo.
Al final de la película, su hijo entra en el gran despacho de su padre, mira los cajones del escritorio, y están llenos de fotos de sus hijos. El muchacho arranca a llorar, viendo que su padre siempre le quiso, aunque nunca le dedico tiempo.
Cuándo se dispone a bajar a comer con su padre, se asoma por el ventanal del despacho a observar la gran ciudad, y un avión se acerca contra el cristal, empelotándose en el edificio. Y ahí se acababa la película.
No trataba como otras muchas del 11S, si no de como una vida, un momento dulce, un objetivo logrado, te lo pueden arrebatar en 1 segundo.
Pronto recordaremos nuestro 11 M. También nosotros sufrimos la locura de esos salvajes. También los españoles sabemos sufrir, y no olvidar.
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