iPAD2

Impresionante lo de Steve Jobs. Ese hombre es como un ser todo-poderoso, lo que toca lo convierte en oro. Hace poco nos ha presentado el iPad2. ¡Qué genio del marketing!. Hasta la “i” de iPad vende por si misma. ¿Qué querrá decir? ¿Internet? ¿in?.

¿Y qué es esto del iPad?. Pues un mini ordenador extraplano que mola mazo. Venga, te preparas 479€ y te hechas uno. El más bajo de gama, claro está. Pero bueno, ya llevas 16GB de almacenamiento, Wi-fi, Bluetooth+EDR (eso será como el ABS+Esp en los coches) , pantalla táctil, cámara de fotos y vídeo, giroscopio, acelerómetro, sensor de luz, brújula, TV y vídeo, correo… Y un gelocatil para que se te quite un poquito el dolor de cabeza que te va a levantar estar 10h/día venga a darle a la tableta. ¡Pero cómo molas con tu iPad!. Empiezas a manejarlo y te das cuenta que sin señal de Internet, no tienes nada. ¡Te tendrás que dar de alta!. Un Internet móvil son unos 40€/mes, ¡venga va!, ya puestos… Y te vas en el tren y vas con tu maquinita fardando de cojones. Vas viendo unas fotos, por hacer algo, porque realmente ya las tienes en casa bien vistas…O una peli, que entretiene un huevo. ¡Pareces un gran hombre de negocios!. Quizás te estás perdiendo ir charlando con la morena de enfrente, pero molas cantidad con tu iPad.

Vas por la calle andando con cacharrito. Algún que otro encontronazo te pegas, espero que no se te caiga la tableta ¡que te va la vida en ello!. Lo enseñas en el curro: “Y con esto puedo ver esto, y puedo consultar aquello, y le he instalado esto otro…”. Estás todo el santo día con tu cacharrito. Chateas con el saxo-chisme este, te metes en el Facebook y eres el rey. ¡Ya no te hacen falta ni amigos!. A los pocos meses te das cuenta que el iPad te ha generado una pella económica muy maja, que ya no funciona bien, y que realmente, ya no lo utilizas para nada. Porque dónde esté irse a tomar unas cañas, a jugar un partidillo, o a ligar con una tía de carne y hueso, que se quiten todas las tableas del mundo.

Te compraste una cosa que no te hacía falta, esa es la cuestión. Yo también lo he hecho; y problablemente vuelva a hacerlo. Poco a poco voy aprendiendo, y cada vez me interesan menos estas cosas. Entiendo que es difícil no sucumbir ante tan entramado y elaborado plan, pero tenemos que luchar contra ello.

Una breve anécdota. El último viaje a La Toja, el amigo Pedro no se perdió al llegar, porque el siempre se guía por las flechas y carteles de la carretera. Nosotros, con el GPS, casi cogemos cebollinos de un prao. Tecnología si, pero que no te domine.