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domingo, 31 de enero de 2010

Ayuda a los que más lo necesitan.

Un fuerte terremoto de magnitud 7,3 en la escala de Richter ha sacudido Haití


Ha sucedido el pasado día 13 del recién estrenado año 2010. Una más para los supersticiosos...

Hoy, cuándo escribo estas líneas, estamos a día 24. Ya van más de 112.000 muertos. El país ha desaparecido. Un periódico de aquí, lo ha titulado “He visto el Apocalipsis”. Ha sido con el titular que me he quedado. El que mejor describe lo que allí a sucedido.


Entre tanto, el telediario nos sigue dando alguna noticia de la “agresión” sufrida por el Papa. Una pobre fanática, mal de la cabeza, lo derribó por intentar darle un abrazo. ¡Y eso que llevaba un montón de escoltas!. ¡Cuánto dinero se gasta el Vaticano en la seguridad del Papa!. ¿Y en anillos para su Santidad?. ¡Ohhh!, a de ir muy elegante su Santidad.


Pero también nos muestran imágenes de Haití. Cuándo las veo quiero introducirme en la caja tonta y hacerme a la idea de lo que allí están viviendo. No hace falta hacer muchos esfuerzos para meterse en situación. Es penoso.

Gente llorando por sus casas, por sus familias. Desorientados y desasistidos, abocados a la subsistencia más primitiva.


Y ahora te pido a ti, si a ti lector que vives al igual que yo en este país inventado y falso, que cierres por un momento los ojos, y te encuentres en tu casa, viendo la tele, y la madre naturaleza, va a por ti...


La tierra tiembla y se abre como una cremallera. ¿Qué hago?. ¿Qué es esto?. Logras salir a la calle y ves como tu casa se derrumba. Se reducen a escombros tu ordenador, tu ropa, tu cama, tus posters, tus fotos, tus hijos, tu pareja...Todo se sepulta y tan solo quedas tu con lo puesto.


Hoy dormirás en la calle. No tienes ni puta idea de lo que es dormir en la calle, y no creo que pegues el ojo.

Cagarás en una zanja y te limpiarás con un periódico. Mañana vas comer mierda si tienes suerte de encontrarla, y el email de tu chica lo leerá el pedrusco que aplastó tu ordenador.

No tendrás agua, tendrás mucho frío. Tu hijo te dirá que dónde está su comida, que se está helando, que tiene fiebre. Saldrás como un poseso a por algo para darle de comer, para abrigarle, para salvarle la vida, para salvarle tu vida...


¡Ya están ahí los de la ayuda!. Cruz roja, ellos nunca fallan. Jamás ver un símbolo te dio tanta alegría. También el ejercito, organizaciones no gubernamentales, equipos de la ONU. Logras entre la gente llegar a un lugar de privilegio en la fila. Ves a tu vecino, a tu amigo, que viene con una caja de agua y un cuchillo. Desafiante, enloquecido, con la mirada como un recluso recién salido de “la Meco”. Te hundirá su cuchillo si tratas de quitarle su sustento.


Logras coger agua y comida. Vuelves a dónde dejaste a los tuyos. Tu hijo se está muriendo. El agua parece darlo la vida, parece insuflarle aire nuevo. Quizá hoy pase la noche. Quizá no la pases tú.


¿Qué íbamos a hacer los de la octava potencia mundial sin ordenadores, sin dinero, sin comida, sin casa?. España, mi país al que tanto quiero y tanto odio. Ese país en el que nos hemos pensado que íbamos en carroza, y era una calabaza. ¿Qué haríamos nosotros que vivimos en casas con calefacción, llenas de comodidades, y qué no sabemos lo que es un rugido de estómago, causado por el hambre?. Piénsalo.


Pero tenemos algo que nos honra y nos hace grandes. Hemos sido los primeros en mandar ayuda a Haití. Lo hemos sido muchas veces, y lo seguiremos siendo. Somos una mierda, pero con corazón. Con un gran corazón.


Te escribo a ti, “pequeña gran superpotencia” (Ismael Serrano, “Principio de incertidumbre”) para que no dejes de ayudar. Hoy será a estos, mañana a los otros, quizá otro día a tu propia gente, a tus seres queridos. Sigue ayudando, eso te honra. Tú si que descansarás en paz, tú te habrás ganado el cielo, y lo que es mejor, tú dormirás sonriendo.


Y a ti, el que siempre dice que no pone el dinero porque se lo quedan, que nunca les llega todo y demás excusas, te digo, que a ti también te gustaría, un día, ver llegar a ese símbolo universal, a salvarte el pescuezo.


Dedicado a esos que nunca piden nada a cambio”