Madrid,
siempre me ha gustado esta ciudad. Por casualidades de la vida nací allí. De bien
pequeño mis padres me trajeron a Ávila, aunque yo siempre he sabido que aquella
tierra me fluía por las venas.
Más de
adolescente nos escapábamos allí los de la pandilla. Bien para ver algún
concierto, o el fútbol, de compras, o para pasar una inovolvidable noche de
verano, ni de las que ni siquiera la costa española es capaz de ofrecerte, con
mucho que se piense la gente.
Desde que me
puse a salir con la chica que ahora es mi mujer (ya hace más de 10 años) he
frecuentado y saboreado más esta mi tierra. Que si bien no puedo cambiarla por Ávila
en calidad de vida, hay muchas veces que la echo de menos. Soy de asfalto y
cristal, que vamos a hacer.
Una cosa que
he ido cambiando en mi vida, es en los despertares matinales del domingo. Antaño
eran resacosos y veías la calle a partir de las 12h Ahora son madrugadores,
para hacer deporte, o porque simplemente te acostaste a tu hora el sábado, y ya
no quieres dormir más.
Madrid es
una ciudad que ha visto guerra, y también grandes concentraciones por la paz.
El pueblo madrileño, hermético y frío en sus desplazamientos diarios al
trabajo, ha demostrado con creces muchas veces, que cuándo tiene que estar, está.
No lo dudes.
Les pides
que el domingo vayan todos a darse la mano, y formar un gran anillo, para
reclamar los juegos olímpicos, y a la mañana siguiente tienes las calles hasta
las cejas de gente estrechándose la mano. Se pidió sangre cuando los atentados
del 11M, y tuvieron que parar las extracciones, porque ya sobraban voluntarios.
Si, es paradójico.
Toda esa gente fría y escondida tras sus móviles, mp3 o libros, que apenas te dispensa
una mirada en el bamboleo del vagón, mueven montañas si se lo proponen.
Recientemente
los mineros se quedaban sorprendidos, como la capital les acogía. Allí que no
hay ni una sola mina. Allí que vemos tanta gente trajeada yendo a sus oficinas
a trabajar, les recibían con cariño, mostrándoles su apoyo, porque sabían que
venían con la camisa negra, a luchar por sus trabajos.
Este fin de
semana, los funcionarios. No les ha hecho ni falta que los sindicatos convoquen
nada. La gente y las redes sociales se han encargado de organizar una de las
dos movilizaciones acaecidas entre el sábado y le domingo.
Me gusta
levantarme pronto, ir al kiosko de prensa, y dar un paseo mezclándonos los madrugadores
con la gente que regresa a casa, de la intensa noche madrileña.
Luego busco
una sombra, en cualquier jardincillo, me siento, y observo. Me encanta observar
el comportamiento humano. Este sábado, mientras mi hija jugaba ausente de toda
esta crisis, con los demás niños en los columpios, los mayores iban bajando de
sus casas. Unos bajan con sus hijos, otros con los perros, a por el periódico,
a desayunar, a dar un paseo. Cada vecino parece haber hecho su plan sin contar
con nadie, pero todos saben que han de reunirse en el sitio acordado, para
verse, y comentar la situación.
Llegaron
dos, se liaron a hablar de los recortes. Luego el grupo empezó a hacerse más
nutrido. De repente habían unas 8 personas, representantes de varias capas de
la sociedad: Jubilados, parados, funcionarios, indignados…Con la espontaneidad
que caracteriza a las grandes ciudades, se sentaron en el suelo, y siguieron
con el tema de los recortes. Una chica joven, iba buscando y corroborando datos
con su móvil. Yo tenía unas ganas terribles de acercarme al grupo y participar.
A buen seguro hubiese sido bien recibido, pero me daba vergüenza (esa que
tenemos los que vivimos en las pequeñas ciudades) y me quede cerca escuchando,
pero al margen.
Hablaban de
cómo iban a llegar a fin de mes, de la hipoteca, de la pensión, del hartazgo de
la situación y de que no veían solución posible. Daban sus soluciones. Esas que
a todos se nos ocurren y que nunca los políticos toman. ¿Tan difícil será ?.
Imagino que si, no creo que nos hagan pasar por esta situación por gusto.
Y ese es el
comentario que hay ahora en cualquier parque, bar o esquina que dobles. Ya ni
siquiera la crisis, ahora son los duros recortes que derivan de la misma.
Mientas sus señorías
renuevan los ipad del palacio de los congresos, o van como Ana Botella a la
peluquería todas la mañanas, acompañada de 3 coches oficiales. O simplemente se
alegran de que los parados estén parados, pasándolas canutas…¡Que se
jodan!. Yo he nacido en una familia de clase bien, y claro está que la vida
siempre se me ha puesto cuesta abajo. No me ha faltado nunca de nada, y los que
se quedan en casa sin buscar trabajo es por que quieren. La Srit Fabra, vive en
su mundo, cono tantos y tantos.
¡Pero mucho
ojito!. Y vuelvo a las andadas. Madrid, su pueblo, y todos los pueblos de
España, dan la talla cuándo se les pide algo. Demuestran que tienen capacidad
de organización sin políticos y sin cabecillas. A toda esta basura de
incompetentes políticos os digo, el pueblo tiene un límite, no se os ocurra
rebasarlo, pues entonces sentiréis su ira. Y entonces, volverá a arder Troya.