Tan solo monté un par de años o tres en bicicleta de carreras. Como hay abuelos que están mejor que yo, y siempre estoy con las dichosas lesiones, tuve que dejarlo por un quiste que tengo en el menisco.
El Fito y yo siempre íbamos juntos cuando podíamos. Teníamos unas bicicletas de hierro puro que movíamos como buenamente podíamos. Fue suficiente aquellos años, para ver y sentir este deporte.
Y por qué no, quizá volvamos a ello otra vez. A son de viejos...¡Cascabeles!.
Hoy viendo el final en “la bola del mundo” de la vuelta a España, he vuelto a vibrar como entonces. -¡Venga chaval! - gritaba yo solo en el salón de mi casa.
Bueno, solo no que estaba con mi hija, que no paraba de preguntarme que por qué gritaba.
Una media de 36km/h han sacado los bichos...Si, se pondrán ciegos de lo que sea, pero...¿Tu aguantarías tan sólo tres días seguidos, montado en una teja, a esas velocidades y con esos esfuerzos?. ¿Crees que si no se les exigiese tanto, podrían hacerlo sin sustancias raras?. Yo creo que si. Porque un tío que se cae bajando un puerto, se levanta con medio hemisferio sollado por el asfalto, y se monta otra vez en la burra, tiene cojones para eso y para más. ¡Igualito que los futbolistas!. Una patada y media hora en el suelo llorando...
¿Habéis visto al etapa de hoy?. Parecían que estaban subiendo por las murallas de Ávila. ¡Madre mía!.
Mosquera ha hecho un esfuerzo inhumano por ganar la vuelta. Nibali ha sabido controlar los tiempos, y a al final han llegado juntos, ganado Ezequiel.
Pero es que como estaba la carretera señores...Miles de aficionados apoyando a esta especie de masoquistas. Y es que aquí no es como en otros deportes, que se echan pestes a los rivales, no.
Aquí se apoya a todo valiente que se atreve a llegar al final, aunque no lo consiga. Porque quién más quién menos, ha montado en bici alguna vez, y ha sufrido un repechillo de nada, que casi le pone el corazón a mil.
Ganando infinitamente menos que los futbolistas, os dejáis media vida en la carretera. Pero sabéis que tenéis al público de vuestro lado, a un público que ni el fútbol ni ningún otro deporte tendrá jamás.
El año pasado, cuándo vinieron aquí, pasaron por debajo de mi casa. Irene y yo bajamos corriendo a verlos. Ella estaba nerviosísima preguntando a todo minuto: “¿Cuándo vienen los biciclistas papi?”.
Toda la avenida estaba a rebosar. Los dependientes de las tiendas a la puerta de las mismas. Los niños en las aceras con sus padres y madres. Y las abuelas...Si, las abuelas bajan como pueden a ver a esos pedazo de tíos. Porque a ellas no las hables de fútbol, ni de tenis, ni de fórmula uno; pero cuándo viene la vuelta...¡Allí están!.
No se me olvida la imagen de mi madre, que nunca veía ningún deporte en la tele, y siempre después de fregar, se tumbaba a descansar, a ver al vuelta. Cuándo Induraín entregó los “trastos” en aquella vuelta a España, simplemente, se la saltaron las lágrimas.